He querido tanto verte
Desperté con un terrible dolor de cabeza, eso ya no era una novedad en los últimos días
que habían transcurrido en mi vida. Incluso, era parte de mi rutina, despertaba, me daba
un corto pero suficiente baño, tomaba mi uniforme y me iba a mi agotador y aburrido
trabajo.
Pero ese día, había algo diferente, cuando me he sentado en la orilla de la cama, me he
percatado de un par de zapatos los cuales eran algo grandes y bastante pasados de moda.
Me he quedado perplejo, yo he vivido solo desde que tengo 20 años, despertando con la
única compañía por las mañanas de aquella luz brillante que entraba siempre por la
ventana.
Inmediatamente me vinieron a la mente tantas posibles respuestas, pero sentí un escalofrío
al pensar que podría estar alguien desconocido dentro de mi departamento, así que, corrí a
encerrarme en el baño con tanto miedo, pero al entrar, se encontraba frente a mí el espejo,
que llevaba mucho tiempo sucio y empañado, y en él se alcanzaba a observar de frente el
rostro, que no había visto desde hacía ya algunos años, sentí un tremendo frío en todo mi
cuerpo, fue cuando me acerqué a aquel manchado espejo y vi claramente a mi padre.
No entendía nada, y el dolor de cabeza solo iba en aumento, lo que sí sabía para ese momento
era que se día, no era yo, sino un viejo malhumorado, con arrugas en la frente y con unos
tristes ojos cafés claros.
“Tanto tiempo desde la última vez que te vi, como han pasado los años, padre” pensé.
Con las manos un poco temblorosas y mi mente confundida fui por los zapatos y me he dado
cuenta que son aquellos que mi padre usaba para ir todos los días a su trabajo. Me he vestido,
me he puesto los zapatos desaliñados y he decido ir a visitar a mi padre, no sabía cómo
reaccionaría él al verme parado frente a él, pues encima de no vernos en años, yo tenía en mí
su idéntico rostro, pero era la única forma de saber que estaba sucediendo.
Llegué, a aquella casa vieja, pequeña, llena de cosas anticuadas y empolvadas, he tocado 3
veces y nadie ha salido. Pero de la casa de al lado ha salido una joven, quien me informó que
ahí no vivía nadie.
-“Carajo” susurré.
-“El señor de la casa, ¿sabes a dónde se ha ido?” pregunté.
-“Dicen que ha fallecido, cuando yo me he mudado aquí ya nadie vivía allí” contestó la joven.
Sentí un nudo en la garganta y retrocedí hasta llegar a la carretera, no me he podido creerlo,
ha fallecido y ni cuenta me he dado.
Tomé un taxi y llegué a mi departamento, mi cabeza a punto de explotar, me recosté en el sofá
rojo que tenía en la sala y me he quedado dormido. De pronto abrí mis ojos y mi padre estaba
frente a mi, preguntándome “¿Por qué traes puestos mis zapatos? Los he buscado todo el día”
me dijo enojado.
En aquel momento solo le pude responder “Papá, que bueno que has llegado, creo que me he
puesto tus zapatos solo porque te he querido ver”.
Fue entonces que desperté, realmente estaba en un sueño, tan loco, tan confuso pero a la vez
bastante claro. Tenía que verlo, a él, pues en mis sueños me había bastado para darme cuenta
de la necesidad de sanar ese vínculo entre mi padre y yo.
Tomé un taxi al mismo lugar que en mi sueño, con la esperanza de que estuviera allí, toqué de
nuevo 3 veces a la puerta y finalmente me abrió, sus ojos y los míos brillaron al mismo
tiempo y ambos dijimos “He querido tanto verte”.
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